La Peregrinacin nos ofrece la posibilidad de reencontramos con nuestra propia historia cristiana, nuestra realidad transitoria en este mundo. Pero la nota caracterstica es la forma festiva y gozosa de estas peregrinaciones, que ha de recordarnos que nuestro peregrinar hacia Dios no debe, ni puede ser lastimoso ni triste.

Las ms antiguas peregrinaciones cristianas tenan como destino Roma y Tierra Santa, as como a las tumbas de los mrtires; y no es sino hasta los siglos XIV-XVII cuando lograron su ms alto esplendor y participacin.

As pues, las peregrinaciones favorecen la prctica de los valores cristianos, estimulan un culto integral a Dios (ver, or, cantar, escuchar, tocar, convivir, etc.) Nos dispone a ser agradecidos y ante todo nos recuerda nuestra comn subsistencia y la necesidad de una salvacin comunitaria. Se trataba ante todo de ir a un lugar donde el peregrino, senta de una manera en especial esa providencia, esa intercesin siempre perenne de Dios, de la Virgen o de los santos.

Para la Iglesia, adems de esto, la peregrinacin cumple con un sentido social: Manifestar pblicamente la pertenencia a la Iglesia y el amor y la devocin al lugar sagrado, a la Virgen o a los Santos.

La Peregrinacin, finalmente, no concluye al llegar al santuario o meta de la peregrinacin y de participar en los actos de Litrgicos o de devocin, o en firmar el libro de peregrinos, o de adquirir algunos recuerdos como estampitas, medallas, agua bendita, etc. Se trata de recargar las energas de cobrar nuevo vigor e impulso para llevar y hacer presente la gracia de Dios al volver a casa. Entusiasmar y alegrar a los miembros de la familia, de la comunidad que no pudieron asistir. Se trata ante todo, de confirmarnos en el propsito de extender el Reino de Dios, tal como lo pidi el Papa Beato Juan Pablo II: Una nueva evangelizacin nueva en su impulso, nueva en sus mtodos, nueva en su ardor.